Mi ángel no tiene alas pero tampoco es un diablillo. No sé si se le habrán caído por lo gordo que está en algún momento que quiso alzar vuelo, pero no las necesita pues él prefiere que lo carguen en brazos, sobre hombros o como yo lo cargo, sobre mis piernas, pues solamente así no corremos el riesgo de caernos los dos al mismo tiempo.
Es uno de esos ángeles que te canta, al menos a mí me para diciendo "gliiii... aguu... buaa... gliii... prrrfff", un canto medio raro debo decir. Yo también le respondo cantando, le digo lo lindo que son sus ojos que ven en lo más profundo de mi alma y como su piel es tan blanca como la luna y tan suave como una almohada de plumas. Creo que le gusta cuando le canto pues me sonríe al escucharme y si hago mi voz más aguda pues se carcajea hasta decir basta.
Es un ángel protector pues tiene una espada de colores y una capa con dibujos de perritos. Entiendo que se preocupa por mí porque cada vez que me acerco me quita los lentes para ver si están cochinos o si requieren aumento. Es tan minucioso que hasta se los lleva a la boca, supongo que para empañarlos y luego limpiarlos aunque siempre se olvida de lo último y terminan mojados y babeados.
No siempre está de buen humor, antes de irse a dormir suele hacer bulla, se queja y reniega. Tratamos de hacerlo calmar pues bien dicen que la ira de los ángeles es de temer. Así que le hago jugar, lo arrullo y cuando ya lo veo por dormirse le doy un beso de buenas noches en esos enormes cachetes que tiene. Y es que les digo, mi ángel es un gordo lindo que se deja querer, es un coqueto el bandido.
Sin embargo, dicen que mi ángel bajó del cielo no de la manera adecuada, que por ello llegó a la Tierra lastimado y con yaya, así como yo. Él aún no lo sabe, pero son esas noches cuando no puede conciliar el sueño y su llanto se hace tan difícil de apaciguar que parece que se diera cuenta y le duele no poder controlarlo. A mí también me duele verlo así, desearía que no tuviera que pasar por tantas cosas pero mi ángel es fuerte por un motivo y si bien se supone que él es mi protector yo lo protegeré también mientras él me necesite, porque yo lo necesito.
Es tarde, a esta hora el ocioso de mi ángel se pone a dormir panza abajo, es tan gordo que sus cachetes le sirven de almohada y parece que está soñando con el cielo pues se le ve contento. Muy aparte de los libros que narran su futuro yo sé qué será feliz pues quien viene a darte amor, amor también recibe quiera o no. Aún no ha sacado su pergamino celestial para decirnos el mensaje divino que se le ha encargado, pero creo que yo ya lo voy entendiendo, al menos así lo siento cuando lo miro.