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lunes, 22 de septiembre de 2014

Otra vez


"Es la cuarta vez que te lo repito: ¡No ha llegado nada a tu correo!"

Se lo digo ofuscado a mi papá, pero cuando estoy terminando de armar las diapositivas para mi exposición y tengo solo 10 minutos para salir de mi casa y evitar un portazo de laboratorio en la cara, la paciencia no es mi fuerte. 

No sé en verdad qué es lo que me enoja más, si el hecho de que mi papá me haga varias veces la misma pregunta que bien la puede resolver aveces con simple razonamiento lógico, o el temor de que su edad ya le esté jugando una mala pasada dañando su memoria de corto plazo en una cuenta regresiva que me pone la piel de gallina y los nervios de punta.

- Papai ¿A qué hora vienes?
- Llego a las 10pm

Sí, estoy llegando muy tarde a mi casa. Mis clases me acaparan las mañanas, tardes y noches de lunes a miércoles. Jueves y viernes voy a otra universidad a hacer mis prácticas y avanzar en un proyecto. ¿Que qué pasó con el proyecto de las mosquitas? pues trato de llevarlo entre los espacios de tiempo que hay entre las clases. Fin de semana se han vuelto días solo para hacer la tarea y leer artículos científicos. ¿Y el blog? pues como ven, tratando de escribir otra vez... perdón un momento...

- Papá ¿qué pasa?
- No, que te pregunto a qué hora vas a venir hoy
- Waaa papá A LAS 10PM! si te lo acabo de decir hace un ratito
- Ahhh de verdad, yo también tengo reunión en la tarde, así que estaré llegando a eso de las 6pm
- Oks, yo llego más tarde aún...

No siempre está así, y la verdad aún no le afecta tanto pues hace sus actividades por su cuenta y sigue contactando clientes y haciendo ventas en su día a día. Sin embargo, los días, las semanas o los meses que no le va bien pues le pasan cierta factura, su humor no es el mismo y las preocupaciones parecen nublar su pensamiento. Yo me bromeo con él y trato de hablarle de lo que estoy haciendo, pero mi humor tampoco no siempre es tan bueno que digamos. Mi rutina actual es bonita pero sin quererlo también me genera algo de estrés el cuál aveces revienta cuando mi papá me interrumpe en los momentos álgidos para preguntarme algo por enésima vez.

Siempre tengo en la mente la visita al neurólogo, pero las preguntas me asaltan ¿y si no es para tanto?¿y si es solo demencia senil?¿y si es lo normal? y un montón de tonterías que luego me arrepiento de pensar cuando mi papá me vuelve a preguntar a ¡qué hora regreso hoy día!

Sé que debo ser paciente porque él es muy paciente conmigo. Muchas veces no solo tiene que aguantar mi mal humor, sino también el de mi mamá o el de mi hermano, bueno, cuando mi hermano vivía con nosotros. Ahora que solo somos tres extraño a mi papá a la hora de almorzar, cuando conversábamos sobre los animales, el tiempo, el ser humano o improvisamos canciones bien tontas. Su trabajo independiente le permite estar en casa, siempre él atento preparando la ensalada verde, que no falte la fruta en el desayuno, que no falte el pan para el lonche, y llenándome el plato de carne pues sabe que estoy más flaco que niño del PRONAA.

Capaz soy yo el que debe recordar más seguido las cosas buenas que hace mi papá por mí y saber que repetir algo más de una vez no siempre está de más... esperen mi papá viene...

- Ya estoy saliendo ¿tú vienes a las 9pm verdad?
- A las 10pm...
- Ah sí, disculpa hijito. Ve con cuidado ya.

Se acerca, me abraza y me da un beso en la frente.

- Paaaa espera...
- ¿Qué pasó?
- Mi abrazo...
- ¿Qué tiene? 
- Eso si quieres puedes repetirlo otra vez... cuantas veces quieras.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Edwin


Sentados los dos en la mesa de la cocina escuchamos una canción de Adele desde mi celular, pero después de pensarlo tanto en cada sorbo de café decido ser yo el que interrumpa el silencio del desayuno.

- Pa, una pregunta
- Dime
- ¿Le constaste a mi mamá sobre Edwin antes o después de que se casaran?

Alza la mirada y dubitativamente me dice que antes, sonriendo le digo que creo que ya no se acuerda pero él insiste que fue antes y que mi mamá no lo tomó mal. Me cuenta que ella sabía que fue producto de la casualidad y que el niño no estaba abandonado y que cuando lo estuvo, ella no tuvo problemas en tenerlo en la casa con nosotros y así fue.

Mis recuerdos a los 5 años son muy vagos, pero aún me acuerdo de su atractivo rostro. Siempre pensé que era mi primo pues no siempre llegaba a casa y mis padres siempre nos dijeron que éramos tres. Se llevaba bien con mis hermanos, era pelotero como ellos y en cada enfrentamiento en la escuela él era su protector. Era alto y con la suficiente fuerza como para colgar a alguien de sus brazos, le gustaba jugar bastante pero el único con el que no podía jugar era con mi papá.

- Yo le di todo durante el tiempo que estuvo con nosotros, le aconsejaba, le pagué el colegio y el director siempre me llamaba por las peleas en que se metía. Él no se dejaba, una vez le rompió el labio a un chico que le jaló el cabello.
- Sí, él era así - le respondo sin poder evitar reírme
- Terminó el colegio y no sabía qué hacer, después de casi un año me dice que quiere estudiar en la universidad, postuló como tres veces y no ingresó. Fue a una particular, ¡di examen por él! ingresó y le dije "Ahora solo dedícate a estudiar". Le pagué un departamento chiquito, le estuve pagando la universidad por todo un año dejando de darle parte de lo que ganaba a tu mamá y a ustedes. No sé cómo se me ocurre una vez preguntar en su facultad por él y me dicen "No señor, ese alumno no viene hace meses" y yo como cojudo pagando todo un año, eso no me gustaba, la mentira...

Le digo a mi papá que cada uno decide cómo hacer su vida y que por más que él lo haya ayudado si no nacía de Edwin hacer algo mejor por sí mismo y pensar en su futuro pues no iban a cambiar mucho las cosas que digamos. "Tú has dado todo lo que estaba a tu alcance pero hay cosas que simplemente ya se escapan de tus manos" y fue así que después de varios pequeños empleos que no lo llevaban a ninguna parte y comprometerse con una chica, a los dos meses de tener su bebé le cuenta a mi papá sobre sus planes de viajar a España y le pide como último favor que le preste seiscientos dólares para su viaje, que se los devolvería en unos dos meses y las mismas promesas de siempre.

- "Ahora tienes a una bebé que depende de ti, no le falles o se volverá igual de irresponsable como tú".  Fue la última vez que le presté dinero, lo dejé en el aeropuerto y fue la última vez que lo vi.
- Ya habrán sido como seis años..
- Sí, ya seis. Era irresponsable, dejado, impuntual... pero a ustedes los quería bastante, siempre fue muy cariñoso, contigo más, "mi hermanito" decía.

Edwin me cargaba cada vez que llagaba a casa, me besaba en los cachetes hasta hacerme morir de la risa. No tengo ni una foto de él, su imagen de joven de 18 años se ha quedado grabada en mi mente y aún me acuerdo de su voz. Será que mi cuerpo es más sensible a los sonidos por lo que la música aflora muchos de mis sentimientos, pero todos estos recuerdos volvieron a mí aquella vez que mientras hacía mi tarea de la universidad llamaron al teléfono de la casa y una voz conocida me dijo:

- ¿Aló?
- Hola quién habla
- ¿hermanito?... soy Edwin.