"Es la cuarta vez que te lo repito: ¡No ha llegado nada a tu correo!"
Se lo digo ofuscado a mi papá, pero cuando estoy terminando de armar las diapositivas para mi exposición y tengo solo 10 minutos para salir de mi casa y evitar un portazo de laboratorio en la cara, la paciencia no es mi fuerte.
No sé en verdad qué es lo que me enoja más, si el hecho de que mi papá me haga varias veces la misma pregunta que bien la puede resolver aveces con simple razonamiento lógico, o el temor de que su edad ya le esté jugando una mala pasada dañando su memoria de corto plazo en una cuenta regresiva que me pone la piel de gallina y los nervios de punta.
- Papai ¿A qué hora vienes?
- Llego a las 10pm
Sí, estoy llegando muy tarde a mi casa. Mis clases me acaparan las mañanas, tardes y noches de lunes a miércoles. Jueves y viernes voy a otra universidad a hacer mis prácticas y avanzar en un proyecto. ¿Que qué pasó con el proyecto de las mosquitas? pues trato de llevarlo entre los espacios de tiempo que hay entre las clases. Fin de semana se han vuelto días solo para hacer la tarea y leer artículos científicos. ¿Y el blog? pues como ven, tratando de escribir otra vez... perdón un momento...
- Papá ¿qué pasa?
- No, que te pregunto a qué hora vas a venir hoy
- Waaa papá A LAS 10PM! si te lo acabo de decir hace un ratito
- Ahhh de verdad, yo también tengo reunión en la tarde, así que estaré llegando a eso de las 6pm
- Oks, yo llego más tarde aún...
No siempre está así, y la verdad aún no le afecta tanto pues hace sus actividades por su cuenta y sigue contactando clientes y haciendo ventas en su día a día. Sin embargo, los días, las semanas o los meses que no le va bien pues le pasan cierta factura, su humor no es el mismo y las preocupaciones parecen nublar su pensamiento. Yo me bromeo con él y trato de hablarle de lo que estoy haciendo, pero mi humor tampoco no siempre es tan bueno que digamos. Mi rutina actual es bonita pero sin quererlo también me genera algo de estrés el cuál aveces revienta cuando mi papá me interrumpe en los momentos álgidos para preguntarme algo por enésima vez.
Siempre tengo en la mente la visita al neurólogo, pero las preguntas me asaltan ¿y si no es para tanto?¿y si es solo demencia senil?¿y si es lo normal? y un montón de tonterías que luego me arrepiento de pensar cuando mi papá me vuelve a preguntar a ¡qué hora regreso hoy día!
Sé que debo ser paciente porque él es muy paciente conmigo. Muchas veces no solo tiene que aguantar mi mal humor, sino también el de mi mamá o el de mi hermano, bueno, cuando mi hermano vivía con nosotros. Ahora que solo somos tres extraño a mi papá a la hora de almorzar, cuando conversábamos sobre los animales, el tiempo, el ser humano o improvisamos canciones bien tontas. Su trabajo independiente le permite estar en casa, siempre él atento preparando la ensalada verde, que no falte la fruta en el desayuno, que no falte el pan para el lonche, y llenándome el plato de carne pues sabe que estoy más flaco que niño del PRONAA.
Capaz soy yo el que debe recordar más seguido las cosas buenas que hace mi papá por mí y saber que repetir algo más de una vez no siempre está de más... esperen mi papá viene...
- Ya estoy saliendo ¿tú vienes a las 9pm verdad?
- A las 10pm...
- Ah sí, disculpa hijito. Ve con cuidado ya.
Se acerca, me abraza y me da un beso en la frente.
- Paaaa espera...
- ¿Qué pasó?
- Mi abrazo...
- ¿Qué tiene?
- Eso si quieres puedes repetirlo otra vez... cuantas veces quieras.