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jueves, 31 de enero de 2013

El susto de Lázaro parte I



Don Santiago dormía plácidamente bajo la sombra de un eucalipto en las afueras del pueblo de Taycun. Después de haber arreado al ganado el imponente sol andino lo adormecía bajo las hojas que tenían ese aroma que le encantaba. Un cosquilleo en la oreja no iba a despertarlo, una avispa debe ser, la humedad entre su cuello, posibles gotas de sudor por el trabajo, pero una textura suave en sus mejillas y la respiración en su frente ya no tenían respuesta. Don Santiago se despierta y se encuentra con dos grandes ojos verdes que lo miraban, los bigotes puntiagudos que le hacían cosquillas, la lengua que lo lamía y el hocico del enorme puma que lo olfateaba mientras dormía. Un paro cardíaco habría sido totalmente válido, echar a correr una muerte lenta y dolorosa, pero una fuerza mayor se encargó de dar su veredicto, solamente el susto que comenzó a apoderarse de todo su cuerpo hizo que el pobre señor se quedara allí, inmóvil, tendido sobre las hojas, sin habla, sin movimiento y sin razón bajo aquel eucalipto de aroma agradable y ante la curiosa mirada del felino.

Lazarucha ¿Imataj pasarusunky? / Lázaro, ¿qué pasa?

En la cocina de la casa Marce preparaba el almuerzo acompañada de su hermano menor a quien veía muy triste ese día. El pequeño Lázaro había regresado de los matorrales de forma distinta, no tenía ganas de comer las wawas de doña Juana, tenía la mirada baja y no quería ni salir a ver cómo su hermano Leo montaba ese robusto caballo negro que tanto le gustaba.

¿takiytachu munankin? / ¿quieres cantar?
Manam / No - respondía Lázaro

Marce no sabía qué le había pasado a su hermanito pero estaba segura que algo no andaba bien. En eso tocan la puerta, era un vecino de la zona que decía haber encontrado a Don Santiago muerto entre los eucaliptos a un kilómetro de Taycun y que le avisara a Don Gregorio inmediatamente. Marce fue rápidamente al encuentro de su padre y le dio el mensaje de su primo muerto. Este se quedó sorprendido, pero fiel a su estilo de no creer todo lo que le decían mandó a su hija de regreso con una nueva orden:

Apamuchun chairunata / Que lo traigan

Llegada la noche un grupo de ganaderos trajo cargado a Don Santiago y lo dejaron sobre unas mantas en el suelo. Para eso don Gregorio y doña Juana ya estaban en su sala esperándolo con un curandero, el más conocido de un pueblo cercano; Marce, Leo y Lázaro espiaban desde la ventana y la luna iluminaba al silencioso y por hoy más que misterioso pueblo de Taycun.

Allí estaba Don Santiago, con la misma postura con la que vio al puma, sentado con los brazos extendidos, las piernas separadas, la lengua fuera y un ojo abierto. "Tuxpicha" que así se llamaba el curandero, se acerca a lo que parecía la estatua del primo de Don Gregorio y tras olerlo, mirarlo, y echar unos humos de olores extraños sobre él resolvió en decir que estaba vivo, pero que su alma se había escapado de su cuerpo.

"Manam almalloj" / "Sin alma" le decía

Las piernas de Leo y Marce comenzaban a temblar de miedo pero Lázaro parecía aún fuera de lo que sucedía en ese momento. Una vez más Marce se percata del trance de su hermano y le pregunta por qué estaba así desde la mañana, qué le había sucedido y tomando su pequeño rostro le dice que puede confiar en ella. Mientras tanto, "Tuxpicha" comenzó a rezar en nombre de Dios padre, la santísima Virgen del Carmen, por los clavos de Cristo, pidió las intercesiones de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, que muera Judas en el infierno y que Jesús mate a todos los pecadores. Colgó un rosario en el cuello tieso, dos en cada brazo y llenó de estampitas de santos la boca semiabierta de Don Santiago, siguió rezando con fervor, que se vaya Zatanás, "¡El deablo!", pero no pasaba nada.

Lázaro miró a su hermana y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos "¿Imamantataj waqanki?/ ¿por qué lloras?" pregunta Marce abrazándolo. Su hermano Leo, sin embargo, seguía más atento a lo que hacía "Tuxpicha" que cambiando de tendencia ahora pedía a los Apus que le dieran su poder para recuperar el alma de Don Santiago, comenzó a derramar chicha de jora por toda la sala y prácticamente bañó de alcohol al ahora mojado cuerpo inmóvil. Un ritual de hojas de coca y humo blanco para espantar los malos espíritus. Exclamó el nombre de cada cerro que formaban los linderos del pueblo, que tomaran forma de un animal y que llegaran para regresar su alma al mundo de los vivos. Afuera de la casa la luna brillaba más fuerte que nunca y nuestro niño de 7 años ya no pudo callar más:

Wañurusaj / Me voy a morir - dice Lázaro triste

Y una lechuza negra entra a la casa.

11 comentarios:

  1. No!!! Pobre Lázaro!!! Pero por qué pensaba que se iba a morir??? Por la lechuza??? Qué pasó ya quiero leer la segunda parte!

    Beso!

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  2. Segunda parte Ya!. sabes quechua?... debo suponer que si, empezando por el nombre del blog!. Saludos.

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    1. Sé algunas cosas, pero igual estos posts pasan un control de calidad para no estafar XD

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  3. dsfmeljkrntgjrea JUAT!! debo saber que sucederá!!

    Un abrazo!

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  4. Me gustan las historias así, muy arguediano. Espero con ansias la segunda parte.

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  5. Felizmente ya me voy a leer la segunda parte sin esperas! Pobre Lázaro. Lo de las lechuzas y la muerte, siempre lo decía mi abuela.

    Lindo post, me acordé de los cuentos andinos que leía en el cole :0)

    Besooo Munanito!!!!

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